El alma del poeta*
El alma triste se desvela. Vela
la niebla: la ciudad demuda. Muda
pluma se ve en mano huesuda. Suda
vaho el cristal, del frío secuela. Cuela
por el resquicio el aire: hiela. ¡Hela
aquí! «mi alma te saluda» «Aluda
en la oda que reanuda» Anuda
(«ah, sí») palabras con cautela. Tela
de araña que tejió la musa usa
el vate: captura lo inasible. Asible
lo sutil por consecuencia. Secuencia
“irracional” que no se excusa. Cusa
vino a decir: Lo imposible posible
es, pues docta es la nesciencia: ciencia.
[*He aquí un poema hermético que requiere una explicación.
El argumento es el siguiente: un poeta, hombre de manos huesudas,
sujeta una pluma en su mano (¿de ave, estilográfica?, desde aquí no se ve bien).
Es un día de niebla. Tras la ventana, la ciudad (¡repentinamente!) es velada por la niebla. La pluma del poeta está quieta, “muda”.
Al poeta no le viene la inspiración.
Es un día frío. Los cristales están empañados.
Es una casa vieja. El frío se cuela por los resquicios de la ventana.
El poeta es pobre. Y sí, ahora lo veo bien: Ni estilográfica ni pluma de ave: imita pluma de ave, y acaba en una plumilla de metal.
Por los resquicios se cuela el frío, pero también la musa: ¡hela aquí!
«Mi alma te saluda», dice el poeta a la musa.
«Puesto que con mi llegada», contesta la musa, «le ha vuelto a usted la inspiración, le agradecería que, de alguna forma, aludiera a mí en su oda que reanuda» (porque el poeta está escribiendo una oda).
Todo lo que viene luego se resume en esto: el vate, inspirado, se po- ne a escribir poéticamente, “irracionalmente” (entre comillas), es de- cir: suprarracionalmente. Luego se nombra en el soneto a Nicolas de Cusa, a quién se parafrasea. La idea sería: Igual que la ignorancia pue- de ser docta (pues es solo aparente ignorancia) también la irracio- nalidad de la poesía (solo aparente irracionalidad) es razón, ciencia (suprarrazón, supraciencia).]