HISTORIA UNIVERSAL. EEUU: EL FAR WEST


Pedro Fernández Cuesta

HISTORIA UNIVERSAL

ESTADOS UNIDOS: EL FAR WEST

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    1. Daniel Boone.
    Una serie de circunstancias fueron determinantes para la conquista del Oeste. Una de ellas fue la búsqueda de una tierra más fértil. Otra fue la construcción del ferrocarril. Otra la fiebre del oro.
    Nadie sabía que depararía el Oeste. Las nuevas tierras eran un enigma; indudablemente un territorio difícil, duro y peligroso. Las nuevas tierras más allá de la Frontera eran lo salvaje frente a lo civilizado. Aunque muchos de los pioneros civilizados hubieron de vivir en sus míseras chozas cual salvajes, y acabaron influidos, en su forma de vivir, por sus enemigos: los indios. De estos pioneros (tramperos y cazadores), siempre aferrados a su rifle, nos ha hablado un viajero: el británico Fordham, que ha descrito también a estos hombres (generalmente solteros en los primeros tiempos de la conquista) como hospitalarios, bondadosos, honrados y dignos de confianza. En la Frontera terminaba el país, y tras la Frontera estaba lo otro. Lo otro era el back-country (el tras-país). 
    A finales del siglo XVIII la Frontera estaba marcada, sobre todo, por los Apalaches. Luego la Frontera empezó a fluctuar, con avances y retrocesos, y no se sabía bien donde estaba la frontera. Una figura de crucial importancia para el avance de la Frontera en el XVIII fue Daniel Boone. Él y sus taladores abrieron, en 1775, un camino en los inexpugnables Apalaches, la Wilderness Road, por la que pudieron penetrar ya carros y reses desde 1795.  Más allá de los Apalaches fundó Boone una colonia: Boonesborough (o Fort Boonesborough, ya que se trataba de un pueblo fortificado). Y de esta forma, por obra de Boone, se colonizaron las tierras de lo que luego serían los estados de Kentucky y Tennessee (con pleno reconocimiento ya en 1796).
    Ya desde 1769, Daniel Boone había explorado el territorio de Kentucky con unos amigos, un hermano o en solitario, pasando penalidades solo o en compañía y llegando a caer (él y un compañero) prisioneros de los indios (para luego escapar de ellos). Después regresó con su familia para emprender después con ella, en 1773, el viaje hacia Kentucky (la nueva tierra por él explorada) "en compañía de cinco familias más y cuarenta hombres" (como cuenta el propio Boone según el relato de Filson).
    Dice Daniel Boone (según John Filson): «Y vemos a Kentucky situado en las fértiles orillas del gran Ohio, surgiendo de la oscuridad para brillar con esplendor, igual a cualquier otra estrella del hemisferio americano.» 
    Daniel Boone, el mítico pionero de la conquista del Oeste, había nacido en 1734 en Birdsboro, en el estado de Pensilvania. Era la suya una numerosa familia de colonos, emigrantes ingleses. Daniel era el sexto de once hermanos. La numerosa familia Boone profesaba el cuaquerismo. A veces el talento se manifiesta desde la infancia. Giotto, el pionero del Renacimiento, dibujando una oveja. Boone, el pionero de la conquista del Oeste, matando un puma. A partir de aquí, la vida de Boone fue una constante sucesión de peligrosas aventuras. Boone fue solado, conductor de caravanas, cazador, explorador, capitán, sheriff, coronel, cantinero, tratante de caballos... Ajetreo que no le impidió ser padre de familia, como en la serie de televisión. En la serie solo conocimos a uno de sus hijos. La esposa de Daniel Boone se llamaba Rebecca. Boone fue padre de diez hijos, el mayor de los cuales, llamado James, murió en un ataque indio. Este hecho espoleó a Boone para seguir luchando con denuedo contra los indios, en defensa de las colonias. Acabó siendo capitán de la milicia. Luego aconteció otro drama para Boone: su hija Jemima fue secuestrada por los indios shawnis. Pero, como en una de aquellas películas, la cosa termino bien: la jovencita Jemima y otras dos jóvenes capturadas fueron rescatadas por el intrépido Boone y los suyos.
    Habla Daniel Boone (según John Filson): «El día catorce de julio de 1776, dos de las hijas del coronel Calaway y una mía fueron tomadas prisioneras cerca del fuerte. Inmediatamente perseguí a los indios, con solo ocho hombres, y el día dieciséis los alcancé, maté a dos del grupo y recuperé a las muchachas.» 
    Más de una vez (ya se mencionó una de estas veces) los indios capturarían también a Boone pero, como en las películas, en las novelas y en los tebeos, conseguiría escapar (ya se mencionó una de estas fugas). En cambio, años después, Boone tendría que lamentar la muerte de su hermano Ned, víctima de los indios. Primero su hijo James, luego su hermano Ned. El siguiente sería otro hijo de Daniel, Israel, que perdería la vida en la batalla de Blue Licks.
    Las Trece Colonias* británicas declararon su independencia en 1776. Daniel Boone luchó por esta causa. En 1783, al terminar la Guerra de la Independencia, la frontera quedó delimitada por el Mississippi. 
    [*New Hampshire, Massachussets, Rhode Island, Connecticut, Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia eran las Trece Colonias que, con la independencia, pasarían a ser los Estados Unidos.]
    Boone creía en la Providencia, el la misteriosa voluntad del Cielo. Creía que al llevar la civilización (la suya, la de los suyos) a una tierra salvaje (morada de salvajes y bestias salvajes*), transformando el desierto aullante* en tierra fértil, cumplía la voluntad de Dios. Eso creía o decía creer o quería creer Boone: las fronteras entre el creer, el decir creer y el querer creer son, como era entonces la Frontera, imprecisas.
    [**De esta guisa se expresaba Boone según Filson]
    El primero en escribir sobre Daniel Boone fue John Filson, y lo hizo en 1784. En Las aventuras del coronel Daniel Boone, Filson narró las aventuras de Boone en primera persona, como si de un escrito autobiográfico se tratara. Algunos fragmentos de este escrito se han ido intercalado en el presente capítulo.
    Conocí al Daniel Boone legendario siendo niño: por una película, por una serie de TV y por las historietas de Bruguera y Novaro. Luego, muchos años (¡tantos años!) después, llegaron John Filson y John Mack Fanaguer*. Y el personaje de leyenda, el mito, se hizo historia. Y así pude comprobar que el personaje de leyenda, el mito, en lo esencial no difería del personaje histórico. 
    [*John Mack Fanaguer es autor de Daniel Boone, la vida y la leyenda de un pionero estadounidense (Nueva York, 1992).]
    La historieta de Bruguera (Joyas Literarias Juveniles, 300 ilustraciones a todo color) se titulaba Ruta al infierno, de Howard Stanley. ¿Alguien ha oído hablar del gran escritor norteamericano Howard Stanley? Allí uno está diciendo que sí con la cabeza. No, hombre, no. Howard Stanley no era sino un pseudónimo del escritor brugueriano José Antonio Vidal Sales (su más famoso pseudónimo fue el de Cassarel). Los dibujos de Ruta al infierno eran de Felix Carrión Cenamor (y la portada, como de costumbre en las Joyas Literarias Juveniles, de Antonio Bernal Romero).
    Ruta al infierno comenzaba así: 
    «En los años salvajes que precedieron a un hermoso acontecimien- to: el triunfo de la independencia norteamericana...
    –¿Esta es la ruta...! ¡Yupiii...!
    ...fueron pocos, muy pocos, los que se atrevieron a recorrer uno de aquellos caminos abiertos a la esperanza: el de Kentucky.
    Uno de aquellos valientes, los primeros, fue Daniel Boone, famoso cazador, experto guía... y hombre honrado.
    Boone había conseguido, con tesonero esfuerzo, algo muy codicia- do...
    –La casa es preciosa, la tierra fértil y tenemos un hijo que es una bendición... ¡ya soy feliz, Dan!
    –Y yo lo soy sabiendo que tú lo eres, querida.
    –Lo único que ahora deseo... bueno, Dan, tú lo sabes: es que nunca te apartes de mi lado. 
    –También ese es mi deseo. Vamos, er tarde y quiero tomar las lec- ciones a Isra... ¡Eh, Israel!, ¿dónde te has metido...?
    Una tierra hermosa la de Kentucky, en efecto... ¡pero siempre llena de sorpresas!
    –¡El niño...! (exclama la madre)
    –GRRRRR! (gruñe un oso)
    –¡Papá! (grita Israel)
    –¡Dios mío...! (exclama la madre)»
    Etcétera (una historieta llena de aventuras y peripecias, donde al final todo termina bien).
    Daniel Boone: el hombre que se transformó en leyenda; el pionero real y legendario de la conquista del Far West. 

    2. El Gran Desierto Americano.
    Tras la Guerra de la Independencia comenzó el movimiento de los colonos, en carros o a pie, hacia el Oeste.
    Tras la Frontera estaba la naturaleza hostil, y los salvajes hostiles. Para los pioneros los indios eran los hostiles, los salvajes. 
    Y estaba el desierto, un desierto como el del Sahara. No, no era cierto que existiera un desierto así. Pero entonces así se creía, y así lo explicó Bates, de Missouri, en un discurso del congreso; era el año 1928. Bates carecía de información fidedigna. Pero entonces se creía así: Un desierto cual el del Sahara, el Gran Desierto Americano, se extendía entre el Missouri y el Pacífico. Una región mal explorada había dado lugar al mito. Zebulon Pike exploró la región en 1806, la comparó con los desiertos africanos y concluyó que la frontera no podría extenderse más allá de los últimos confines del Missouri. El Mayor Stephen Long, al frente de su expedición (1819-1820) apenas pudo vislumbrar la realidad de aquella región (hizo lo que pudo) y las conclusiones a las que llegó fueron tan exageradas que cimentaron el mito: el del Gran Desierto Americano: inexpugnable e inhabitable.
    Pero nada podía amilanar a los pioneros. Desde el comienzo de los años veinte de aquel siglo XIX, comenzó el avance más allá del Mississippi. Ya entonces (de 1816 a 1821) se habían sumado, a los trece estados, otros seis de nuevo cuño: Indiana, Illinois, Maine, Mississippi, Alabama y Missouri. Entonces California y Texas pertenecían a México.
    En 1819 se había comprado Florida a España por cinco millones de dólares. También la pertenencia de Oregón a los Estados Unidos había quedado por fin clara al renunciar España a sus derechos sobre aquella lejana* tierra, en los confines del Oeste.
    [*Lejana para los estadounidenses, se entiende.]
    A aquella tierra de Oregón (muy importante entonces para el negocio de pieles) habían ido llegando los pioneros en un aventurado viaje desde el este al oeste de las Rocosas. 
    No, nada podía amilanar a los pioneros. Y pronto se vieron, sobre todo en la década de los cuarenta de aquel siglo XIX, a las caravanas de colonos avanzando penosamente (arrostrando peligros sin cuento) hacia el Oeste. En busca de una tierra fértil donde asentarse, donde crear sus pueblos; y por el sueño de esa tierra dispuestos a afrontar todos los peligros: los hostiles indios salvajes y las fieras en una geografía por muchos considerada inexpugnable, inhabitable. 
    Sobre todo en los años cuarenta se vieron las caravanas. Ya antes. en la década anterior, los colonos estadounidenses habían empezado a llegar a las tierras de Louisiana, Florida, Texas y Arkansas.