A PLATÓN
–pensó– lo voy a talar;
un olmo que no da peras
carece de utilidad.
Y así, un mal día...
desterró por inútil
la poesía.
[Hay que ser cerril para pensar que un olmo es inferior a un peral. Hay que ser cerril para pensar que la poesía ha de estar al servicio de la filosofía. La poesía es una razón tan profunda y elevada como la más profunda y elevada de las filosofías. Y, muchas veces, profundos y elevados filósofos han pergeñado pensamientos cerriles.]